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viernes, 5 de junio de 2009

La cumbia callejera anda de Liga


Parece una historia surgida de la frondosa imaginación de un guionista televisivo.
En un barrio de Laferrere, en el corazón profundo de La Matanza, Leo Belizán soñaba con formar una banda y convertirse en productor. Jonatán Alvarado, más conocido por “Kabe”, lo escuchaba y se embalaba con él.

Un día, “Kabe” fue a comprar a La Salada y en un puesto de verduras le prestó atención a un flaquito que cantaba y bailaba mientras escuchaba a todo volumen cumbia base. Se pusieron a hablar. Intercambiaron sueños y, al rato, también teléfonos. Un par de días después, Roberto “Tito” Alí recibió un llamado y la invitación para llevar sus ideas a la reunión de un grupo que se estaba armando.

Nadie lo sabía pero estaba naciendo La Liga, hoy una propuesta musical que ya cruzó nuestras fronteras y abre surcos profundos en la movida.

Los juntamos. Tito, el cantante, es eléctrico, decidido, le gusta más componer y bailar que hablar. Kabe, el animador, es atrevido, frontal y verborrágico. Leo, el productor, con un poquito más de edad, parece más reposado y cerebral. Ellos, junto a Fideo, armaron este proyecto de darle voz musical a las villas y los barrios pobres. En MDMT cuentan quiénes son, qué hacen y lo que proyectan.

-Tito: Soy descendiente de árabes pero ni yo ni mi viejo o el resto de la familia tiene idea de nuestros orígenes. Lo que sé es que mi bisabuelo nació en Arabia, nada más. Con mis viejos vivíamos en Mar del Plata y cuando yo era chiquito nos vinimos a Villa Unión, en Laferrere, donde crecí. A “Kabe” lo conocí laburando en La Salada, en un puesto de un tío. Allí mi viejo manejaba un colectivo, un “trucho”. Fui a la reunión del grupo con el Demo y vestido con un shorcito y la remera rota. ¿Y éste?, se preguntaban. Por suerte quedé. Escucharon mi música y no se fijaron en mi “facha”.

-Kabe: Con las ideas de Tito se armó un combo, esta fusión de cumbia villera con un poco de música pistera. Juntamos las ideas de los tres, pero faltaba algo; se sumó Fideo y le puso el toque. Tito tenía las letras, Leo la base, yo tenía el nombre y las animaciones; y Fideo le dio el toque picaresco. Grabamos cuatro temas: “Se dice de mí”, que lo hizo Tito arriba de un colectivo; “El comisario”, de Leo y mío; “Mi condena”, de Pablo Serantoni y Andrés Calamaro, y “Niña”, una letra testimonial, de Fideo y Tito. Salimos a la cancha y en menos de tres meses empezamos a laburar por todos lados.

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